29/4/09

A 6 años de la catástrofe hídrica más grave de la historia santafesina...


Teniendo en cuenta los factores humanos que ponen de manifiesto la enorme vulnerabilidad que poseen nuestras tierras (suelos agotados por los monocultivos, deforestación irracional en toda la cuenca, rutas mal construidas, calentamiento global, ineficiente gestión de gobierno, etc.) y la conjunción con un proceso climático producido por una elevada y persistente anomalía de temperatura y gran humedad sobre la llanura, no pudo evitar la tragedia en la ciudad de Santa Fe en el mes de abril y mayo del año 2003.


La inundación ocurrió sobre la fase final de un período lluvioso que inundó previamente los suelos al Norte de la cuenca del río Salado (Norte de Santa Fe y Sur de Chaco). Su cota creció hasta una altura de 7,8 metros y en su desborde rompió las defensas de la ciudad, lo que originó una corriente que la invadió. Según informes del CONICET, INA (Instituto Nacional del Agua) y Universidad del Litoral se había advertido que la cuenca del Salado estaba saturada y que podía haber lluvias extremas que llevaran semejantes consecuencias.

Los barrios más vulnerables, construidos en las zonas más bajas, fueron los más afectados. Las casas quedaron cubiertas hasta 3 metros con aguas contaminadas. Algunos vecinos se refugiaron en centros de evacuados, otros en casas de familiares, los que pudieron se quedaron en sus techos protegiendo algunas pertenencias materiales. Fueron evacuadas más de 120.000 personas de las cuales se calcula que cerca de 57.000 fueron alojadas informalmente en casas de familiares y amigos. Los restantes damnificados se ubicaron en más de 200 centros de evacuación, muchos de ellos en condiciones de inhabitabilidad. Algunas escuelas, estaciones de ferrocarriles abandonadas, clubes barriales o casas abandonadas se convirtieron en precarios centros de alojamiento. También se dispuso un predio de carpas en una zona baja, que fue anegada tras una copiosa lluvia a mitad del mes de mayo.

La ciudad de Santa Fe, con un tercio bajo el agua, quedó prácticamente aislada con todas sus rutas de acceso cortadas. El sistema hospitalario absorbió la demanda en mayor escala debido a que tres hospitales fueron afectados y evacuados por las inundaciones, entre ellos recordamos las trágicas imágenes del Hospital de Niños “Dr. Orlando Alassia. Esto significaba además que todo el sistema publico estaba colapsado y funcionaba a un 50% debido a que el personal estaba también afectado. Pero el mayor riesgo desde la perspectiva sanitaria se centró en la gran cantidad de basura que cubrían las calles y veredas de las zonas afectadas. Los objetos domiciliarios contaminados por el agua servida que se desechaban como muebles no recuperables, animales muertos, los pozos ciegos inutilizados incrementaron a diario la basura. Esto asociado a la movilización del hábitat de los roedores, multiplicó por ocho los casos de leptospirosis para la época del año. Tan o más importante que lo anterior es la planificación territorial, y aquí reflexionar sobre el planeamiento no solo en las zonas de riesgo sino en un plan de evacuación para toda la ciudad con un estudio de impacto ambiental.

Pero frente a la emergencia hídrica y el caos hubo una gran respuesta de la sociedad civil. La gran cantidad de voluntarios que acudieron a la zona así como las donaciones recibidas expresaron la profunda solidaridad de la sociedad hacia la población afectada. Se pusieron de manifiesto las mejores virtudes que tenemos los seres humanos: la solidaridad, el compañerismo, la fuerza, los valores y el cuidado de los lazos fraternos en el medio del vacío y la desolación. Fue tal el impacto de esta catástrofe que diferentes organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales se autoconvocaron ante la emergencia, algunas ya estaban trabajando en la ciudad y otras se fueron agregando con el correr de los días como UNICEF, Naciones Unidas, entre otras. De esta manera arribaron a la ciudad donaciones de distintas partes del mundo.

No es nuestra intención hoy denunciar pero si considerar los atropellos en el manejo clientelar en la distribución de las donaciones y la defensiva del gobierno ante un período electoral que recargó ampliamente las tareas de los voluntarios que sintieron al mismo tiempo las angustias de los pobladores y su propia falta de soporte institucional. Hoy nos encontramos con que el impacto psicológico que este hecho produjo es irreparable y que la desidia de los funcionarios involucrados en esta tragedia no tiene justificación; como quedó demostrado, no pueden alegar desconocimiento por falta de información y menos aún culpar al cambio climático. Con esto queremos explicar las causas pero también reflexionar la naturaleza de los problemas. Esto nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos para sumarnos a todos aquellos que con mucha humildad trabajan todos los días para diseminar conocimientos y la conciencia de que es posible un país mejor.

Desde este agrupacion expresamos nuestra solidaridad para quienes sufrimos tal golpe y los invitamos a participar de los actos pertinentes.

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